Maria Teresa Aláez García

En dos minutos y en un minuto.

El planeta y nosotros en compenetración plena. Ni el planeta nos sirve a nosotros ni nosotros servimos al planeta. Vivimos con un pacto tácito de cuidado mutuo, una simbiosis. El planeta nos sostiene, nos regula en cuanto a luz y temperatura, nos permite cultivar en su superficie el alimento y vivir e incluso, silenciosamente y con resignación, soporta las magulladuras y petardazos. Nosotros deberíamos cuidar de él, de lo que nos sirve, de sus frutos y de sus tierras.

Nuestro planeta es nuestra casa.

En nuestra casa vivimos también en un aspecto de colaboración mutua. La casa nos acoge y nos protege y nosotros la limpiamos, decoramos y cuidamos.

Imaginemos por un momento que se nos ocurre derribar un muro a ver si encontramos un tesoro. O si aparece un moho en la pared, lo sofocamos con fuego y si tenemos una habitación vacía, la destinamos a hacer prácticas de tiro o la usamos de prisión para meter en ella al hijo rebelde que no se comporta como nos da la gana y sólo por pensar de manera distinta o al vecino de arriba porque grita y hace ruido debido a que tiene costumbres distintas. Encima si nos colocan unas cortinas que nos disgustan, las rajamos y quemamos. O tapiamos las ventanas para vivir en oscuridad y alguien nos indica la luz que nos ciega y lo tiramos por el balcón.

De repente nuestros hijos se hacen mayores y decretan que en media casa se vive como en anarquía y en la otra media se vive en república. La habitación de los abuelos es la monarquía antigua. Resulta que en una de las partes hay cultivos de champiñones en una de las paredes y fresones de esos que pueden cultivarse en casa así que nos entran inmigrantes: cucarachas. O ratas, a elegir. Igual entra también algún gato en pos de las ratas pero como las ratas nos desagradan porque pueden contagiar enfermedades y los gatos no, dejamos las fronteras abiertas a los gatos y las cerramos a las ratas y a las cucarachas. En lugar de convivir con ellas o dirigirlas hacia el campo que es su lugar posiblemente, vamos con las armas químicas, insecticidas, a acabar con ellas o con pesticidas y de ese modo provocamos una invasión para ver si han dejado seres menores o para limpiar de su profanación todo lo que nos hayan introducido en el piso. Desde luego, no se puede permitir esa frontera, así que realizamos un pacto o invadimos la otra parte de la casa bombardeando con huevos podridos.

Imaginen cómo ha quedado la casa: sucia, las paredes derrumbadas, el aire contaminado y donde casi no se podrá oler, cadáveres de animales por todos sitios, los muebles requemados y todo tapiado.  ¿Nos gustaría vivir en un lugar así?

Pues eso es lo que estamos haciendo con nuestro planeta.

El último minuto, aunque me de para escribir una larga epístola, lo prefiero dedicar a volver a felicitar, con esta feliz similitud y broma, la Navidad. Felices Pascuas y Próspero Año 2009. Felicidades a quienes celebren su cumpleaños y su santo en este mes y el que viene, así como durante las vacaciones.

Para mí, más que un tiempo de alegría, es un tiempo de penitencia. En cuaresma, se hace revisión espiritual y se prepara una para recibir la luz. Bien, es una adaptación de las Saturnales romanas pero es una buena excusa para mirarnos a nosotros mismos, mirar a los demás y mirarnos en los demás. Ojala esa luz que entrará en la casa cuando quitemos las contraventanas y los cartones, sirva para concienciarnos de nuestro deber, el de todos, en el planeta y para con toda la humanidad. Sí, en este caso, un grano de arena moverá el mundo y una simple idea, la de “me gustaría colaborar en hacer un mundo mejor” ya vale como auxilio. Si ya la ponemos en práctica, mucho mejor.

Y lo más importante. En alquimia, a descubrir la verdad se le compara con quitar las cáscaras de una cebolla y llegar al corazón. En sufismo, se compara a las personas y su conjunto en el planeta con una granada donde todos los granos son individuales pero todos juntos componen un gran fruto y bastante rico. O cada gota de agua es una persona y el conjunto, forma el mar. Si cada gota de agua lleva chapapote, manchará a la que tiene más cercana pero si evita el mancharse  o se lava, no pasará nada a las otras gotas y el mar mantendrá su calidad de limpio, transparente, cristalino y espejo celestial.

Nuestra labor consistiría en quitar las capas de cebolla de la desinformación para sacar la verdad simple y llana y transmitirla a la gota de agua que tenemos al lado con gracia y salero.

Buen fin de semana  y buenas vacaciones 

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Published on e-Stories.org on 06.12.2008.

 
 

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