Juan Carlos González Martín

La persecución de Toe y el otro yo

La niebla cubre casi todo el bosque. No se puede ver nada ya a unos pocos metros. Solo
se ven árboles y matorrales, sin poderse distinguir ningún tipo de camino o señal de
civilización. Solo una valla metálica que recorre el perímetro de todo el bosque. Una
valla simple y metálica.
Toe huye con una chica. Buscan un sitio para esconderse.
Son perseguidos por una fiera. Un licántropo. A Toe, la bestia le es familiar. Es él, pero
le quiere destruir. Destruirse a si mismo para tener la supremacía de su psique.
También quiere a la chica, pero como una excusa para la cacería.
Toe tiene la apariencia de Jacob. El hombre lobo de crepúsculo, pero cuando tiene el
pelo corto.
El otro yo es Jacob con el pelo largo y medio transformado en bestia.
Hay un tercer yo de Toe, que lo está viendo todo desde una perspectiva mas amplia,
como si todo fuese una película. Éste no mueve ni un dedo, pero siente el miedo y la
angustia, como si formase parte de la escena en primera persona.
Están Toe, la chica, el otro yo y el tercer yo.
El tercer yo no puede ayudar a Toe, aunque querría hacerlo ya que es él mismo. Le es
imposible actuar.
Toe y la chica no saben para donde tirar. Miran a su alrededor sin decidirse por ningún
camino en concreto. No saben que dirección puede ser la buena. No saben cual puede
ser la que les salve. Pero la bestia acecha, y ya le ven como se acerca por detrás de los
árboles.
De la nada aparece un bonito caballo corriendo a ras de donde se encuentran Toe y la
chica. Se suben al caballo en plena carrera de este para así conseguir despistar al otro
yo. Pero este último les persigue ahora montado en otro caballo, que galopa más rápido
que el de Toe, y les alcanza. Toe forcejea con el otro yo. Finalmente, Teo consigue
zafarse del la fiera y huye junto a la chica en el primer caballo, que ha perdido el
equilibrio por un momento, pero finalmente no caen. El otro yo no comparte la misma
suerte y cae con el caballo, llevándose por delante rastrojos y matorrales. Al tercer yo le
duele tanto como al otro yo, y no sabe cual de los Toes es el bueno, pero siente lo que
sienten los dos, hundiéndose en un mar de confusión.

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Published on e-Stories.org on 28.02.2011.

 
 

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