Maria Teresa Aláez García

Giro ... a saber donde...

Giro la llave en la cerradura. Le costo un poco. Como era habitual. En el marco de la puerta, las rayaduras de una palanca. Ya estaban cuando compro la casa pero no se molesto en repararlas. Como si de un aviso se tratara, más que de una señal de que allí se podía entrar a robar. La puerta estaba blindada. Giro la llave, como he dicho antes. Y abrió la puerta.

-        ¡Hola!

-        Hola.

-        ¿Has tenido buen día?

-        Si, claro, como siempre. ¿Y tu, que tal día has tenido?

-        Bueno, como siempre. Unos días mejor y otros peor. Pero todo eso queda fuera de aquí. Mejor, ¿no? ¿Pudiste comprar lo que te dije? Esta mañana deje la mitad de las cosas preparadas para comer.

-        Si. Esta todo en la cocina.

-        Ok. Bueno, un beso, ¿no?

-        

En fin, mejor no hacer cuentas. No siempre se tienen ganas de carantoñas. Una pequeña broma. A cambiarse la ropa y a preparar la comida.

Algunos elementos ya estaban preparados. El pan rallado, las patatas peladas y troceadas así como la verdura. Durante la semana, de todos modos, no es bueno entretenerse en cocinar algo demasiado difícil porque no hay tiempo para filigranas. La gran olla al fuego, con agua, algo de ajo sin la parte de dentro que pica, solo un ligero sabor y para eso se echa un poquito y picado. La cebolla, igualmente, escasa y picada. Caldo de carne… bueno, todos no tenemos igual el día.

-        ¿Ponemos la mesa?

-        Bien. Si.

-        ¿Te encuentras bien? ¿Vamos al medico?

-        No, no. Yo pongo la mesa. Acaba tú con lo que estés haciendo.

-        No voy a poner nada demasiado picante. No es bueno si tienes algún malestar de estomago.

-        Si quieres échalo. Con no comérmelo… o cocínalo aparte.

-        Bien, de acuerdo.

Esta claro que todas las personas no podemos encontrarnos bien todos los días. Ni mal tampoco.  Pero la mirada… parecía algo sombría. ¿Qué ocurrirá?

Preparo un poco de arroz aparte y algo de caldo. Es mejor dar algo de tregua al estomago. Nunca se sabe. Y hay que cerciorarse de que todo vaya bien.

-        Si quieres siéntate y acabo de poner yo la mesa.

-        No, no te preocupes.

-        ¿Quieres que hablemos de algo? ¿Alguna factura, alguna mala noticia? ¿Están todos bien, tus amigos, tus padres, tus parientes? ¿Algún vecino ha reclamado algo?

-        No, no. Ya te hubiera llamado si hubiera pasado algo así.

-        Quizás no queda suficiente saldo en el banco. O Hacienda esta dando alguna…

-        No, no deja. No va nada por ahí.

-        ¿Quieres que hablemos? ¿He hecho algo irresponsable? No será hoy algún día señalado y me habré olvidado… esta mala cabeza mía…

-        Bueno, ya veremos. Acabo de poner la mesa.

Aquí hay algo que huele mal y no es precisamente la comida. Y creo que necesito saberlo antes de comer, si no, me sentara mal todo lo que tome. No se, no se. Habrá que prepararse para algo que no será muy bueno. Paciencia. Mejor acabo y a ver que ocurre. Me temo una sorpresa nada agradable.

-        No te habrán dado una mala noticia en el medico ¿verdad? Algo que no sea tan grave…

-        No no.  ¡No preguntes más, por favor! Vamos a comer.

-        Es que, si no te importa, prefiero saberlo antes de comer, no después.  ¿Es grave?

-        Bueno… vamos a comer…

La mesa colocada correctamente. Tenedor a la izquierda, cuchillo y cuchara a la derecha. Hoy postre… me temo que va a ser agrio el postre. Menos mal que las manzanas no agrian… En fin, creo que no podré comer mucho y a las tres y media he de volver a salir de casa para ir a trabajar. Tengo una hora para comer, asumir el “postre” y volver al trabajo.

- No has comido nada.

- Tu tampoco.

- No tengo mucha hambre.

- Yo tampoco. ¡jajajaja!

- …

- He pensado en que hagamos un viaje corto el fin de semana que viene.  A algún pueblecito de esos perdidos, para perdernos aun mas. ¿Qué te parece?

- …

- O a la playa, si te gusta mas.

- …

- ¿Quieres que vayamos a ver a tu familia o a la mía? O que hagamos algún deporte de riesgo. ¿Te apetece ir a algún concierto?

- No… bueno… si pero… no.

- Podemos permitírnoslo.

- Ya… pero… no.

- Bueno, voy a recoger. Si quieres café o te o algo… Iré preparando.

- Algún te, por favor. Te ayudo.

- No, no. Si deja… si te encuentras mal…

 

Me gusta sentarme a la sobremesa, con el trabajo de la casa realizado. Sestear un poco y levantarme sabiendo que no hay nada más pendiente que el aseo personal y el cambio de vestuario.

Dejo los platos en el lavaplatos y recojo la cocina. Mientras tanto he preparado las tazas con agua y con algo de azúcar o  sacarina.

Vamos a ver que ocurre.

-        ¿Te sirvo?

-        No, deja, ya me sirvo yo.

-        No tengo inconveniente ¿eh?

-        No importa

Demasiados noes. Me siento más cómodamente y veo la televisión conectada.

-        Si quieres hablar quitamos la televisión.

-        No molesta.

-        Es por escucharte a ti más que para escuchar la televisión. No dice nada emocionante.

-        No estorba, no te preocupes.

-        Bien. Ya hablaras.

No todo el mundo se levanta igual de la cama todos los días. El cuerpo, a veces, no descansa lo que debe.  Y las cosas no se ven igual todos los días. Pero no se ha levantado nublado. Ah, estamos entrando en el otoño. Eso provoca depresión en mucha gente. Puede ser una llamada de atención. El trabajo no permite que nos veamos tanto. Puede ser que con una caricia…

-        No… no. Perdona, no puedo ahora.

-        Bah, no me molesto. Otras veces seguro que me ocurrirá a mí. Descansa si quieres. Creo que voy a sestear un poco…

-        

Creo que esa es la ultima palabra que he dicho. ¿o la he oído? Mis veinte minutos de sopor cuando he comido, aunque sea poco, no me los quita nadie. Y no puedo hacer una siesta en una cama, ha de ser en el sofá, un ratito. Si no, me levanto con mal genio, tras una hora o dos después de comer, durmiendo. No puedo sestear tanto pero tampoco puedo dormir muchísimo… ¿Qué habrá ocurrido?

-        Quizás sea que estas demasiado tiempo en casa.

-        ¿Qué dices?

-        Nada.

-        Algo habrás dicho.

-        Eso… que quizás sea que estas demasiado tiempo dentro de casa.

-        Estoy bien en casa.

-        Ya.

-        Bueno.

-        ¿Quieres hablar?

-        No, no. Ahora no.

-        ¿Luego?

-        Si, mejor.

-        Bien.

-        ¿Te vas ya?

-        Bueno, a y media ¿no? O… ¿Quieres que me vaya ahora?

-        

Esto no pinta mal. Pinta peor.

Por si acaso, me voy. No vaya a ser que se moleste más. Siempre puedo descansar un rato con un pequeño vasito de leche, antes de comenzar a trabajar.

No quiero imaginar lo que puede ser.

Espero que no se vuelva a reproducir otro infierno de nuevo.

Espero que no.

El trabajo. Al menos pensando en otras cosas se me ira de la cabeza.

Pero… no puedo, no puedo.

El coche.

No, mejor no cojo el coche. Autobús, metro pero el coche no. No estoy para coches.

No debería ir a trabajar. No tengo ganas.

No puedo…

Volveré.

Creo que hubiera sido mejor hablar ahora. La incertidumbre es peor para mí.

Pero entonces significa que estoy perdiendo el control. Que no tengo confianza. Que soy una persona inmadura.

No.

Voy a cumplir con mis obligaciones. Dejémoslo para la noche. Eso es.

Pero… ah.

Me he dejado el dossier en casa. Aun tengo un poco de tiempo. Si es preciso, pido un taxi desde allí. Coche no, desde luego. No puedo conducir. Eso es pura prudencia. Por mi vida, por la de quienes me rodean.

Uf, la gente que me vea me llamara inane, voy y vengo como si no supiera a donde voy. ¿Dónde deje el dossier? Ah, en la entrada, si, por eso no lo vi al salir, no pensé en el. Me lo lleve para revisar y ni siquiera lo he mirado. Ahora tendré un ratillo o me buscare un rato aunque dudo que pueda centrarme.

Ah, la cerradura. Uf, si me había dejado la puerta entreabierta y no se ha dado ni cuenta. Que peligro. Como para que le ocurra cualquier cosa.

El dossier. Ahí esta la carpeta.

Debe de haberse acostado. No esta en el sofá. Pero…  oigo voces en el despacho… Voy a decirle…

-        “Si, jajajaja”

-        ….

-        “Claro, cariño, claro que no”

-        ….

-        “Tiki Tiki Tiki tic tic tic”

-        mmm

-        “Te quieeeero. Nooo mi vida, no”

Me voy. No me gusta escuchar conversaciones ajenas.

No.

No esta bien escuchar.

Ya me lo decían en mi infancia.  El que mira lo que no debe, encuentra lo que no quiere.

Bah, será un juego cualquiera con alguna amistad.

Mejor no me meto.

Mientras voy en el asiento puedo mirar el dossier. Es lo bueno del transporte público. Te llevan. El coche permite mas independencia, según para que cosas.

Así camino un poco más.

No recordaba ya lo lejos que estaba. Si puedo conseguir que, por favor, alguien me acerque a casa… creo que necesito que alguien me acerque luego.

No estoy bien.

Ah, no he descansado bien. Evitare la siesta.

Vaya. El conserje. Buenas tardes. Me trae los recados de la tarde.

Mi secretaria. Bien, ahora recibiré a quien sea. Me hace falta hablar con gente. Es bueno distraer la cabeza.

Con permiso… nos vemos luego.

-        Mire a ver si puede conseguirme un vehiculo para volver a casa después, por favor. Un taxi.

-        Si no le importa, no tengo inconveniente en llevar a nadie.

-        Un día es un día. Es solo por hoy. No me encuentro bien y no he traído el coche. Mejor evitar accidentes.

-        Tiene usted razón. Ha pensado bien. Yo me ofrezco y no hará falta llamar a ningún taxi.

-        Gracias.

-        Que pase el primero.

Tomo nota de todo. De quien es la persona, de sus datos personales, de cómo va vestida, de cómo me mira, de cómo me cae, de todo. Lo que desea, como lo pide. Que ofrece y que requiere. Todo. Es la mejor manera de resolver convenios, de arreglar acuerdos.

No quiero pensar.

No debo de pensar.

Hoy no.

Debería haberme cogido esta tarde libre.

No, no podía cogerme la tarde libre.

Nunca había escuchado esa risa, esa alegría. Era feliz. Era feliz sin mí. Creo que estuve estorbando todo el tiempo.

No creo que sea necesario que estorbe más.

No me ha dicho que me vaya. Si, si me ha dicho que me vaya. No claramente pero si me lo ha dicho.

No se…

Mejor no pienso más.

No es malo divertirse con los amigos. Es necesario. Los amigos y las amigas ofrecen otras compensaciones.

Debo de tener sueño o un exceso de cansancio. Pienso cosas extrañas. Mi mente gira de manera muy rara y es mejor no hacerle caso.

Ya es tiempo. 

Hoy nos iremos a nuestra hora.

-        ¿Nos vamos?

-        Si. Recojo los dossieres y nos vamos.

-        No tiene buena cara. Déjelos y los mira mañana.

-        Bueno, tiene razón. Uno si me llevare. Corre prisa.

-        De acuerdo pero no se si podrá revisarlo tal y como le veo la cara.

-        No importa. Vámonos.

El coche esta limpio. Es sencillo. Bonito, cómodo.

No tengo muchas ganas de hablar ni de escuchar. No se si ella se ha dado cuenta. Creo que prefiero ir a mi aire. Si en el transporte publico se pudiera preservar la intimidad un poco, solo un poco, lo mínimo.

No habla. Mejor. No me encuentro bien aunque me siento algo culpable. No creo que me tenga rencor por ello.

-        Muchas gracias. Disculpe. No habían ganas de hablar.

-        Hasta mañana. Que descanse.

-        Hasta mañana.

No se si entrar o mejor irme. La puerta esta bien cerrada. En fin. Es mejor coger al toro por los cuernos. Vamos a ello.

-        ¡Hola! Estoy en casa.

-        … Hola…

-        ¿Cómo te encuentras ahora?

-        Bien.

-        ¿Quieres hablar?

-        ¿Cenamos?

-        No tengo muchas ganas, la verdad.

-        Vamos a cenar y luego hablamos.

-        Bien. Voy para allá.

-        No hace falta cocinar nada. Queda toda la comida del mediodía.

-        Si, es cierto. La calentare e iré poniendo la mesa.

-        La mesa ya esta puesta. Cámbiate y yo lo caliento.

Ah. A lo mejor se ha animado cuando ha hablado con la otra persona. Bueno, menos mal. Alguna amistad antigua. No preguntare. Si hay buen ambiente, no seré yo quien lo rompa.

-        ¿Cómo ha ido la tarde?

-        Bien. ¿Y tú?

-        Normal, como siempre.

-        No he cogido el coche hoy. Me he ido en el metro y volví con la secretaria.

-        Si no estabas a gusto, has hecho bien. Podías haber tenido un accidente.

-        Si, por eso lo hice así.

-        Ahora tengo más hambre.

-        Me alegro mucho. Yo me hice una manzanilla. No quiero forzar al estomago.

-        Bueno.

Al acabar, recojo la mesa y lavo los platos. Lo hago yo, no los coloco en el lavaplatos. Preparo el agua para tomar la infusión. Descansar un poco viendo cualquier película y a dormir. No creo que sea noche de fiesta. Al menos para mí. Bueno, nunca se sabe. Igual dejando pasar un poco de tiempo, en la madrugada…

-        Perdona, no me toques el cuello, por favor.

-        Ah, nada. No pretendía molestarte.

-        No, no me molestas. No eres tú. Soy yo.

-        Pero decías que estabas bien. Solo era un poco de cariño.

-        Creo que vamos a hablar de ello.

-        Bien. Di lo que creas necesario. Te escucho.

-        ¿no te enfadaras?

Ay ay…

-        No. No me enfadare.

-        He conocido a alguien. Creo que no te quiero ya.

Ay… ya se cayó.

-        Bien.

-        ¿Bien?

-        Si, bien.

-        ¿No dices nada más?

-        Creo que no.

-        ¿Qué piensas?

-        Me pregunto si eres feliz. Se te ve feliz.

-        Si, soy feliz.

-        Bien.

-        ¿Bien? Pero... ¿Tu has tenido sentimientos por mi? Yo creo que ya no me quieres. Casi no te ocupas más que de tu trabajo.

-        Hay cosas que pagar y no precisamente baratas. Tienes de todo.

-        No, no tengo de todo.

-        No hemos hablado lo suficiente.

-        No.

-        Esta bien.

-        ¿A dónde vas?

-        No lo se. Hare mi maleta y mañana volveré a buscar el resto de mis cosas.

-        Pero… no me puedes dejar así ahora.

-        No te va a faltar de nada si es lo que te preocupa. ¿Cómo te dejo? Se va lo que  estorba y se queda lo que te gusta.

-        ¡Como siempre!

-        Como siempre.

No quiero escuchar nada. Voy a organizar la maleta lo antes posible. Ahora si coger el coche.  Tenia que haber confiado antes en mi instinto. Es que lo veía venir.  Recojo el interior de los cajones, la ropa del armario. No hay demasiada. Ahora no voy a recoger el resto. Pediré una tarde y lo recogeré de golpe. Es más fácil recoger que colocar.

Siento… nada. Mejor no siento nada.

¿Dónde encontrare un lugar ahora para dormir? Aquí no me quiero quedar. Es mejor que no me quede.

No quiero volver a vivir esta pesadilla. Por cuarta vez. No. Se acabo. Nunca más.  La cuarta persona que hace esto. Y no han recibido su misma moneda. No lo entiendo. Bueno, alguien si la recibió y yo me siento fatal por ello.

-        Mañana o pasado por la tarde o por la mañana vendré a por el resto de las cosas. No recojas nada. Y te rogaria que no estuvieras aquí.

-        Creo que no estas en lugar de decirme si debo o no debo de estar aquí.

-        Puede ser que tengas razón.

-        ¿Te vas? Pues adiós.

-        Adiós.

Así. Adiós. Secamente. De modo idéntico a como yo dije “bien”.

Vamos a coger el coche y a buscar un motel, un hotel o lo que sea. Algo limpio y barato.

Si, creo recordar donde hay algo.

Mañana, mas.

…………………………

-        “Hola cariño. Te quiero”

-        “Hola cielo. Te quiero yo también”.

-        “Hemos hablado esta noche.”

-        “¿Si? ¿Y que ha hecho? ¿Se ha enfadado mucho?”

-        “Creo que si porque se ha ido de casa.”

-        “¿Y  a donde ha ido? ¿Te lo ha dicho?”

-        “Bueno, eso no importa, ¿no?”

-        “Claro que importa. ¿Qué será de ti ahora?”

-        “Siempre puedo trabajar. Y estas tú que eres lo más importante. Si estamos juntos… “

-        “Si, claro. Juntos por fin…”

-        “Me ha asegurado que no me faltara nada”.

-        “Ah… Eso es otra cosa. Lo digo para que no tuvieras ninguna carencia hasta que podamos estar juntos, amor mío”.

-        “Bueno, tu no necesitas trabajar, tienes de todo.”

-        “Claro, claro. Y a ti tampoco te faltara de nada.”

-        “No, claro. Estando tu tengo todo lo que necesito”.

-        “Si”.

…………………………

-        ¿Puedo pasar un momento, por favor?

-        Si claro. Adelante.

-        Quería hablar con usted unos minutos, si dispone de ellos. El tiempo que pierda hablando aquí lo recuperare quedándome un poco mas al final de la tarde.

-        No se preocupe usted por eso. Es una persona eficiente y formal y es un placer perder ese tiempo por usted.

-        Deseaba preguntar si queda alguna plaza libre en la provincia de donde vine antes de entrar a trabajar aquí.

-        Déjeme mirar. No, no parece que haya nada. Pero se puede arreglar si tenemos otros trabajadores que precisen realizar cambios.

-        Entiendo que es algo penoso y complicado el pedir un traslado pero si usted quiere que mi eficiencia y mi rendimiento sean elevados, necesito volver allí. No es que este a disgusto aquí. Es debido a causas personales.

-        Ya veo, ya. Déjeme ver que puedo hacer durante la mañana y le daré una respuesta.

-        Si no, siempre puede enviarme usted a otros puntos de esta misma provincia

-        Descuide.

-        Gracias por su atención y por su paciencia.

-        Buenos días.

No creo que sea lo más positivo, quedarme sin hacer nada. Prefiero venir a trabajar, mirar a la gente, esconder lo que siento, producir. Si me quedo en la habitación no me levantare de la cama  y comenzara la caída de nuevo, como empezó en cada trabajo realizado, en cada relación iniciada. No. Debo de mirar ahora por lo que me da de comer y me mantiene en un hogar y con cierta comodidad.

Que mal me siento. Siendo egoísta. Que mal.

No es lo mío, no.

Iba a ir a recoger las cosas. Pero no.

Mejor no.

Recogí lo más necesario. Lo demás que lo tire o lo regale.

No quiero nada que venga de esa casa.

Si consigo el traslado, volveré a la otra. Si me quieren, claro. Que dudo que me quieran. A fin de cuentas no les he abandonado. Únicamente tendré que hacer lo contrario: aquí enviar lo que enviaba allí y allí dar el resto e intentar recuperar lo que perdí por mi mala cabeza. No ha habido separación formal.

Voy a probar.

-        “¿Diga?”

-        “Hola”

-        “Hola”

-        “¿Cómo estáis?”

-        “Bien. Bien. ¿Cómo crees tu que estamos?”

-        “Mal. Claro. Bien dentro de lo que cabe pero mal. ¿no?”

-        “Si. Esta claro”.

-        “Y si vuelvo. ¿Cómo ira todo?”.

-        

-        “Bueno, no es necesario que respondas”.

-        “Es que la respuesta no la se. Quizás si volvieras y lo probáramos, podríamos saberlo.”

-        “Fui un ser abyecto”.

-        “Tienes razón”.

-        “Sigo siéndolo.”

-        “Todos tenemos esa faceta en nuestra vida. Además hay alguien que se alegrara muchísimo de que vuelvas aunque se enfade al principio”.

-        “No te puedo dar seguridad. Estoy en espera”.

-        “Deja todo y ven. Lo mismo da.”

-        “No. Tengo que seguir ayudando aquí de igual modo que cuando estaba aquí seguí ayudando allí”.

-        “Eso ya lo hablaremos”.

-        “Si no es con esa condición, no hay vuelta.”

-        “Hay sentimientos”

-        “Si. Pero los estoy matando y estoy intentando mirar la realidad. La realidad esta ahí, con vosotros, no con las obsesiones que me meto yo en la cabeza”.

-        “Cuando sea el momento…”

-        “Volveré…”.

La puerta se abre justamente en el momento de colgar el teléfono.

-        Le he llamado por el intercomunicador. Le llaman al despacho.

-        Voy enseguida.

-        Entre, entre por favor. Creo que podemos arreglar algo.  Para comenzar en un puesto similar al suyo. Dentro de dos semanas.

-        Perfecto.

-        He pensado que si es debido a causas personales, podría usted pedir estas dos semanas de permiso para poder trasladarse.

-        Gracias. Me parece muy bien. Hoy acabare de ajustar las cosas aquí. Puedo terminar en estas dos semanas lo que se necesite y desplazarme, con mi familia, en momentos puntuales si es necesario.

-        Ignoraba que usted tuviera familia.

-        La tengo. Desde este preciso momento. Es largo de contar.

-        Muy bien. Lo que me importa es no perderle a usted. Es un buen elemento dentro de nuestra empresa.

-        Gracias. Pero sabe usted que la vida personal y la vida familiar son también importantes para completar a la persona.

-        Buenos días. Un placer.

-        Igualmente.

No voy a llamar por teléfono aun. No hay satisfacción en mis acciones. Por un lado, algo que se rompe. Por otro lado, algo que se soluciona. Un arreglo por una tercera parte.

De todos modos solo se siguen colocando las cosas en su lugar.

¿Y yo? En realidad… ¿Cuál es mi lugar?

-        Le llaman desde su casa.

-        No puedo atender.

-        ¿Qué respondo?

-        ¿Desde que casa me llaman?

-        Desde su domicilio, donde usted vive.

-        Ah. Diga que todo va bien y que tenemos mucho trabajo. No puedo ponerme. Pero todo va bien.

-        De acuerdo.

Llamare mañana o pasado a ambos lugares. O quizás me presente de improviso.

-        Ha dejado un mensaje. Disculpe usted que le moleste.

-        No importa.

-        Dice que puede ir usted el viernes por la tarde a recogerlo todo, que el fin de semana no estará. Que deje las llaves en el recibidor cuando se vaya.

-        Pero… bien. Bien.

-        ¿La casa no es suya?

-        No, es alquilada con opción a compra. Y si, la estaba comprando. El dueño consiguió arreglar que pudiera pagar las mensualidades como si fueran un alquiler. Se la compro directamente a el por mensualidades.

-        Y… ¿Entonces?

-        Da igual.

-        Como se enseñorea la gente.

-        Si.

Ya esta solucionado otro tema. Bien. Una persona que es feliz y no sufre, tiene todo lo que quiere: manutención, hogar y ropa y un amor. Otros que serán felices, relativamente, con mi vuelta. Otro que al saber que no me pierde, solo me cambia, es feliz.

-        Me han anunciado que se traslada.

-        Cierto.

-        Le echare de menos.

-        Gracias. Si no encuentro otra secretaria como usted, también la echare de menos.

-        Es un consuelo.

-        Es usted muy buena persona y tiene un gran valor como trabajadora. No cambie si no es para mejorar y puede hacerlo.

-        Eso esta mejor. Gracias de todos modos. Que todo vaya bien.

-        Igualmente.

Vuelvo a llamar.

-        “Hola”

-        “Hola de nuevo. Dos llamadas en un día. ¿Qué ocurre?

-        “El sábado estaré en casa si no lo impide nada mas”.

-        “Bieeeeen. Ya puedo anunciarlo.”

-        “A mi familia aun no.”

-        “Valeee”

-        “No va a ser fácil, ya lo sabes”

-        “No, pero al menos vuelves a casa”.

-        “Si. Adiós”.

-        “Adiós.”

Ya esta. Ahora a ir preparando lo que he de hacer y dejar acabado para irme sin tener que volver la cabeza atrás.

Luego me arrepentiré de todo esto. Lo se.

Pero ahora es lo mejor que puedo hacer.

-        Venga, por favor, ahora si necesito su ayuda. Traiga el cuaderno de notas.

-        Enseguida.

-        Anote: dar nuevas citas a las visitas. Finalizar los proyectos. Dejar trabajo para realizar durante dos semanas. Saber quien me sustituirá para poder hablarle y acordar lo que se va a hacer y como se va a distribuir todo y para ayudarle a aclimatarse.

Busque mi puesto en la provincia asignada y pregúntelo todo. Busque teléfonos, busque personas, entérese de todo. Ya lo sabe usted.

-        No lo dude.

-        Quizás necesite que siga siendo mi secretaria aunque no este aquí.

-        Será un placer.

-        Pediré  que la gratifiquen convenientemente por sus servicios extra.

-        No lo dudo. Es usted una persona que piensa en todo y en todos.

-        Seguramente. Tengo otra buena persona que me lo recuerda.

-        Vamos al trabajo.

Ya tengo menos en que pensar. He de cambiar mis cartillas para adecuarlas al nuevo lugar. Ah, si.

-        Señorita, haga el favor.

-        Dígame.

-        Cómpreme un móvil nuevo, uno vulgar y corriente.

-        Si quiere puedo liberar el que tiene.

-        No. Tengo ahí los teléfonos más importantes. No me librare de el. El otro, coja usted el numero para tenerme siempre localizable,  y también lo daré  a mi familia.

-        De acuerdo.

-        Ah si. El teléfono de mi familia. En seguida se lo paso. Los llama y se presenta. A partir de ahora recibirá a menudo llamadas desde ahí.

-        No lo dudo. Será un placer.

Queda poco tiempo para la hora de comer.

No tengo ganas de comer. No me apetece.

Dormiré. Pediré que me llamen un cuarto de hora antes y dormiré mucho. De día y de noche. Todo lo que pueda. Las horas en casa las usare para dormir y el resto, para trabajar. Tendré que venir hasta el viernes aquí, así que poco tiempo estaré en casa pero el que este, servirá para descansar. Y dos o tres días de ayuno no me vienen mal.

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Published on e-Stories.org on 26.09.2009.

 
 

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