Antonio Justel Rodriguez

Yo, testigo de cargo

 

 

 

- A “Leona”, mi vieja y querida perra, hermana menor -

 

 

                                         [ ... la colgó el pastor de un manzano florido;

                                           y yo fui aquel niño, con el ojo apostado

                                             tras la rendija de la puerta]

 

 

 

… un huracán salvaje de agujas y rompientes estremeció la huerta,

las vértebras del mundo y las ubres de las flores;

cundió la oscuridad y aleteó sin rumbo el amor y la tarde,

y el cisne de la vida

y el cisne de la muerte;

 

¡ … que nadie, que nadie sabe hasta dónde es dolor,

que nadie sabe !

 

… regreso a veces a la rendija infame

y aparecen niños, cromado el iris,

tirados por el suelo;

 

… no, no es éste otro tormento

ni es otra la inclemencia dejando en carnes vivas

y al raso de repente;

 

… y no, tampoco tiene más pagos la tristeza que un boquete abierto

de frente a la memoria, un abril de niños y destrozos,

y esta ausencia que atenta me persigue, me observa y vigilará por siempre.

 

                                        

                                        

http://www.oriondepanthoseas.com

 

 

 

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Published on e-Stories.org on 06.08.2009.

 
 

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