Maria Teresa Aláez García

En trece minutos

Me gusta mucho la música de Wim Mertens. Me relaja enormemente el escuchar esa hilera minimalista de notas que se repiten una y otra vez de modo constante. Quizás si las bailara les diera mucho juego variando los pasos en lugar de realizar secuencias repetitivas similares a las de la música. Para mí serían las notas, la pauta sobre o bajo el papel en blanco que conforma el silencio y la escritura, el movimiento corporal o la interpretación con el instrumento. Ahora a las dos o las tres de la mañana, en medio de la paz, cuando me siento algo en este universo, me siento un bicho rastrero y anónimo entre tanta belleza, parece como si encontrara más mi lugar que cuando es de día. Como si la naturaleza me colocara realmente en mi sitio.

Y me pregunto: ¿cuándo harán el detector de adultos con defectos para embriones? Así evitaríamos muchos disgustos y problemas. A quienes delinquen y a quienes tienen que padecer el echar por tierra a los defectuosos de este mundo. Si cuando el zigoto está formado ponemos el detector y vemos que saldrá alguien feo, enfermo, discapacitado, con sensibilidad, se le aborta y fuera. Así será un mundo de personas perfectas sin delincuencia ni malos rollos porque al ver siempre belleza no trascenderá la violencia, no habrá frustraciones, no habrá malos humores, no habrá que decir no y la gente será mucho más feliz. ¿A qué esperan? Dios. Claro. Si hay gente a la que lo feo también le gusta a pesar de ser guapa. Fuera con esa gente también. A ver un enorme monte olimpo o un gran desintegrador para quienes no tenemos cabida en este mundo. No importa el interior, no. Los psicópatas sí tienen cabida, los descerebrados, los trastornados emocionales que carecen de emociones precisamente. Así todo será medido, calculado y perfecto. ¿En serio pueden creerse esto? Porque el ser humano es imperfecto y nunca será feliz si no se vence a sí mismo. Y necesita tener sentimientos para existir y no dárselos como si fuera una simple máquina.

Si tomáramos como parámetros los descritos en el párrafo anterior, no quedaría casi nadie en la humanidad.

La soledad ahora se empeña en aliarse con el frío. Me lanza puñaladas al corazón y al cerebro. Esta tarde estuvimos con unos amigos hablando de hazañas pasadas y una idea se mantenía constante: el vencer. Vencer traumas, frustraciones, afrontar miedos. Y acabamos riendo muchísimo. Porque hay modos y modos de afrontar todos los problemas y de dar la cara y de solucionar cosas.  De todos modos, aún así, no puedo cambiar lo fea que soy ni lo estúpida ni lo gorda ni el monstruo que nació y en que he ido degenerando. Y la verdad no sé a qué aspiro. En realidad ni siquiera sé realmente a qué he venido ni lo que hago aquí. Tengo enormes deseos de desaparecer de Internet y dedicarme a pasar todo a papel y neutralizar lo que pueda llevar mi nombre para convertirme en nada. Al menos doscientas personas estarán deseando que haga eso y lo celebrarán con champán incluso… o no, igual ni llegan a darle tanta importancia. Eso sí, respirarán tranquilos y tranquilas.  Entre esas doscientas personas hay familia y todo. Son de esas personas a las que se les descubre el juego y les sienta mal y desean que una desaparezca para que no les siga descubriendo el juego. O son personas que están tan inmaduras, tan frustradas, tan apegadas a este mundo y a sus egos que los demás somos números que vamos y venimos. Solo viven para ellas mismas. Pues a la idea del visor embriónico añadiría la de formación de planetas y de galaxias para estas personas para que sean reyes de su creación y que sus siervos vayan a servirles para que dejen al resto de la existencia en paz y si quieren ellos ser crueles e inmaduros  - es decir, inteligentes- que lo sean en sus esferas planetarias y con sus siervos voluntarios que seguro que los tendrán y muchos. No les quepa la menor duda.  Otro para los belicosos y que se maten entre ellos con todo el placer del mundo. Otro para los manipuladores y que se manipulen entre ellos y se den el gustazo padre. Y que dejen aquí a la gente que quiere vivir con paz, sinceridad, armonía y cuidar del planeta además de perpetuarlo. En lugar de tanta guerra, tenemos mucho que hacer antes y como  todos tenemos derecho a la vida, tengamos cada uno nuestro lugar. Si tenemos universo para rato y planetas como el nuestro seguro que habrá un montonazo.  (hasta que se demuestre empíricamente que no, mis ideas y mis teorías al respecto son tan válidas como las de cualquier físico, dado que sólo toman como punto de partida fórmulas matemáticas y pensamientos abstractos pero la realidad es que el único pie que se ha puesto fuera del planeta ha sido en la luna, por los tripulantes del Apolo y son los únicos que por ahora pueden hablar de algo que ocurra fuera de nuestro planeta basándose en su experiencia.)

Quiénes son, somos, los artistas, los poetas, los músicos, los bailarines, los escultores… los que de verdad intentan buscar nuevas ideas – crear, nadie crea nada desde la nada – o quienes intentan componer nuevas formas a partir de lo existente. Nada, nadie, gente que siente, gente que puede ponerse en el lugar del otro y darle lo que necesita o lo que busca. Gente de gran sensibilidad y un rico interior, cosa que no está bien vista hoy en día si no sirve para vender.

Hoy me encaré a mi misma en una foto y la verdad, estoy peor que en el relato de la horrorosa muñeca rusa. Pero muchísimo peor. Aquel relato se queda pálido y adquiere el sentido de la morralla, de ser algo sin real valor o sin mucho sentido. Menudencias. Si ahora tuviera que describir al monstruo en que me he convertido… Menos mal que espero irme pronto de aquí y en efecto, con la maleta cargadita de cosas que podían haberse dicho o haber salido de mis dedos  o de mi boca y que se quedarán formando otro redondo de grasa en mi orondo cuerpo. Para qué, digo yo, para qué. Si de todos modos… no merece la pena.

Para qué tanta complicación. Para qué tanto engañarnos a nosotros mismos. Para qué todo ese bagaje que no dice nada ni hace gran cosa. Más que permitir que nos matemos, manipulemos, etc… Y darse cuenta de que la confianza no tiene sentido alguno porque el que hoy es amigo mañana apuñala,  de que no existe esa gran camaradería porque es imposible. Y la famosa manipulación de “si eres inteligente no te sentará mal, si eres inteligente pasarás por encima de todo eso porque no te afectará dado que entenderás que …” Yo creía que el síndrome de Estocolmo era una enfermedad y que el acoso es denunciable pero ahora resulta que no, que depende de que uno sea más o menos sensible  y la manipulación física y psíquica son estrategias sociales y laborales para conseguir equilibrar y colocar a los seres humanos en unos lugares que han sido designados por otros seres humanos a quienes nadie dio superioridad al cien por cien porque siempre hay un cuarenta y ocho por cien de personas que no están de acuerdo con sus ideas. ¿Los límites? También serán arbitrarios, tanto como la manipulación, el acoso y todo en esta tierra mientras quede en nuestras manos de carne y de hueso.  A ver si vemos las cosas realmente y las vamos colocando en su sitio por favor. A la masa posiblemente le guste sentirse engañada. A todos los individuos, no.

Somos retorcidos como la cola del diablo. E interesados como sólo nosotros podemos imaginar. Tanto que después de vilipendiar a una persona queremos su amistad. O la de otras, tras haber mostrado el cómo abusábamos de una tercera o de la misma víctima. Anda que hay que tener narices. Como la de Pinocho cuando dice mentiras: larga y de madera por lo poco fiables que somos.

Ah si. Verme en una foto o ante el espejo, a mi sola, no me da miedo, sé cómo soy y estoy. Lo que no me gusta es hacerlo o reconocerlo ante los demás. ¿El qué dirán? En absoluto. Dirán esté guapa, fea, siendo alta, baja, gorda y flaca porque la gente siempre ha de hablar y dirán bien y mal, todo junto. Eso no es preocupante. Si acaso es el saber que pueden sufrir mirando mi horrible imagen y eso no se le desea ni al peor enemigo. Eso era exactamente. Apartar yo misma lo que no vale y dejar las imágenes válidas y guapas, bellas. Repartir belleza porque no se puede luchar contra la genética ni contra lo desconocido, siempre faltarán armas.

Y reír, afrontándose uno mismo, luchar contra uno mismo y vencerse. Reír recordando la subida al Puig Campana y la caída del enorme balcón de tres metros por uno y medio con nosotras encima.  Y los ataques  de pánico al pasar la vía del tren justamente por los lugares donde la vía queda en el aire y hay que pasarla cuando el tren viene por la curva, pitando a toda pastilla para no atropellar a los descabezados que cruzan la vía en ese preciso instante.

Y qué bello es Alicante desde la cima del Puig Campana. Qué inmensidad y qué diminutos seguimos siendo.

Así como el Close Cover de Mertens. Menos mal que las madres sabemos proteger a nuestros retoños y sabemos mirar el corazón con esos ojos que nadie sabe colocar. Así podremos, los demás, seguir contemplando la belleza del corazón y del cerebro de gente que a lo mejor teniendo defectos en su rostro o en su carácter, supieron, en su soledad, dejar lo mejor de sí mismos al mundo para congraciarse con él en silencio y ajenos al resto de los hombres que bajo la coraza de la envidia, impiden el progreso.

 

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Published on e-Stories.org on 24.11.2008.

 
 

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