Paul Ritz Danckovic

La Alienista

 

 

                                                                Köln, 18 November 1999

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estoy solo en una misteriosa ciudad; nieva e impera el frío.Es mi cumpleaños, creo que es el veintitantos. La tristeza es mi fiel compañera, mas me consuelo observando a esa joven mujer. Docta en la materia; que intenta entender, la debilidad de mis sentimientos…

                                                        

 

 

 

 

                                                                   

                                                                       Emil Schumm

 

 

 

 

 

 

 

    
 
 
 
 2745-d                             Diagnose:

 Deutschland               

Krankenhaus                   UNBEKANNT...?.-      
            

 

                    

 Ivic Linov   

 

 

 

 

 Rhino                            Teil: 

 

 

 

 Schlönpher #65-D                          2-0-2

 

 

 

 

 

 

 Köln         

                                            Ärztin:  Mhg.-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus I.

 

 

 

 

 

 

 

 

-Comencé el día…

 

 

 

 

 

 

 

 

Levantándome de madrugada, como se suele hacer en el internado. Para así realizar la primera ronda. Yo cursaba 6° año en la Capital. Mi familia era originaria de un vecino pequeño puerto, en el cual había pasado toda mi vida. Emigrando a los diecisiete años, para dedicarme a la más compleja de las ciencias, que desde el comienzo de los tiempos, Apolo presidió.

 

 

 

 

 

 

 

 

El estudio era agotador hasta extenuar, sólo me quedaba tiempo, para un apurado desayuno consistente en un café y unas galletitas de chocolate, que habían quedado de la once del día anterior que apresuradamente tomé, para posteriormente entrevistarme con una chica de 24 años llamada Krana; tenía una enjuta figura. Deambulaba silenciosamente por el patio central, como buscando algo, que parecía no encontrar. Krana siempre tomaba el tímido sol, posado sobre el cenit de su solitario día. Se sentaba en el viejo escaño a contemplar las traviesas palomas que luchaban entre sí, por conseguir algo de alimento. Las miraba contemplativamente. Me intrigaba saber que pensaba. Pasaba horas y horas sentada allí, observándolas. La notaba despreocupada por su alimentación. Escondía su colación entre sus ropas, para dárselas a sus voladoras compañeras, quienes batían sus alas emitiendo un característico sonido. Ella era la primera persona que yo entrevistaba una vez con ella le pregunte:

 

 

 

 

 

-¿Cómo estas…?-

 

 

    

 

 

A lo que respondió:

 

 

 

 

 

-Que estaba bien-

 

 

 

 

 

 

 

 

Me dedique a observarla mientras hablaba, pareciendo su vista ir de un lado a otro, como si buscase algo, la observé durante 10 minutos, no logrando determinar donde su vista se detenía, poseía hermosos ojos turquesa, áureas cabelleras, y ruborizados pómulos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Ella estaba sola, abandonada, pero yo debía hacer prevalecer la sapiencia, y mantener la idoneidad, ante lo cual mantuve una estricta posición apuntando las observaciones de rigor. Corroborando la indicación anterior, dando por finalizada la sesión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus II

 

 

 

 

 

Entrada la noche…

 

 

 

 

 

 

 

 

Me preparaba para hacer la última revisión del día sobre mis informes:

 

 

 

 

 

-Éste era un decisivo año para mí-

 

 

 

 

 

-Donde siempre quise conseguir las metas, que me había propuesto en esta vida.-

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta seria la oportunidad de demostrar si seria capaz de alcanzar el objetivo por el cual tanto me había esforzado. No pude concentrarme durante la noche. El muchachito del aislado N°2 emitía unos gritos, que más que gritos eran una extraña melodía. Poseedora de un romántico matiz, que nunca antes había escuchado. Me imaginé al dios de la mitología, que conocí en los textos de Rilke. Me dediqué tan sólo a leer, intente con Freud, pero el cansancio fue superior, terminando Freud y el jovencito por vencerme. Por fin pude descansar cayendo en un profundo sueño que compartí con este misterioso chico. Aun no lo conocía y sólo tenía como referente su voz, que me llevó a recorrer la pretenciosa luna, bañada a los pies del extenso mar. Tenedora de una romántica armonía invernal…

 

 

 

 

 

Se portó toda la noche inquieto. Observando en él algo que estaba recién por conocer, que en las entrevistas de 4° y5° año, no había visto. Hasta entonces sus reacciones eran complejas. Había llegado la tarde anterior. Según el parte de internación; llegó descompensado con esporádicos lapsus de explosiva lucidez. Debía entrevistarme con él durante la mañana, y no sabía bien que me sucedía. Una extraña sensación me mantenía con ansias de conocerlo…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus III

 

 

 

 

 

 

 

 

-Inicié el recorrido…

 

 

 

 

 

 

 

 

Yendo de sección en sección. Para interiorizarme del funcionamiento, pasé por todas las unidades; urgencia, farmacia, fármacodependencia y diurno. En cada joven que veía imaginaba al chico del aislado. Pensaba si sería igual a los otros jóvenes que hasta entonces había visto. Debo reconocerlo, yo estaba impaciente. Era la segunda entrevista que estaba por realizar y se acercaba la hora. Me dirigí a los archivos para recopilar mayor información sobre el caso en cuestión. Tuve que rebuscar entre cientos de informes hasta por fin dar con el que buscaba. Él se llamaba Rhino Ivic Linov. Sus padres habían emigrado después de la Segunda Guerra Mundial. Su madre una emprendedora mujer rusa y su padre un estricto y severo señor croata. Constituían una familia de clase media. Su padre conductor de ferrocarril. Recorrió el septentrión de la desbastada Europa, durante la guerra transportando las huestes y la artillería del Tercer Reich. Sus visitas eran breves. Mas eso no importaba, ya que en cada viaje traía un novedoso souvenir para su hijo, como intrumentos musicales que intercambiaba a los soldados por vodka o ron, que alegraban la existencia del joven Ivic Linov, quien imaginaba los lugares recorridos por su padre. Estimulando sus actitudes creativas, contrastadas por su férreo y decidor carácter. Siendo caprichosamente criado bajo el seno materno.

 

 

 

 

 

Su madre dueña de casa. Hacendosa y preocupada por su hijo. Enfrentó sola esta crítica situación. Declarada a principios de la pubertad. Siendo el mayor de dos hermanos. Su hermana Dancka, una eximia miembro de la Orquesta Sinfónica de Alemania del Norte, yacía lejos del hogar. Su realidad contrastaba con la de Rhino. Quien nunca antes mostró estos síntomas de hiperactiva-ansiedad, versus lapsus de explosiva creatividad que lo llevaban a situaciones extremas. Siendo alegre durante su infancia como todo niño. Llegando a la adolescencia donde se observó; pensativo, dubitativo y distraido.

 

 

Seguí el rumbo. Caminando bajo el cobertizo del patio central. Donde se acercaban todo tipo de gente desde adolescentes hasta ancianos. Unos pedían cosas. Otros me saludaban de forma insistente. Continué mi camino entrando a la UCE. Mi temblorosa mano dudo al introducir  la llave, pero finalmente lo consiguió. Me dirigí a recepción para informarme si estaba listo el box N°3. Ese seria el lugar de encuentro con Rhino. Me interesaba conocer a este joven del cual sólo tenía como referente su melódica voz. Preparada y lista di la orden para que lo trajeran. Estaba contenido y algo sedado por el tratamiento recibido.

 

 

 

 

 

 

 

 

Me sorprendió la hermosura de sus largos rizados castaños cabellos y ojos color verde-miel. Sentí que tenía algo de Orfeo el dios griego de los sonetos de Rilke. Se notaba sumiso y tranquilo. Le pregunté su nombre y edad además de las preguntas de rigor, a las que respondió correctamente, pareciéndome estable dentro de la gravedad. Por lo cual ordené que le quitasen la contención y quedase fuera del aislado. Instruyendo medicación por vía oral…       

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus IV.

 

 

 

 

 

-La Alienista…

 

 

 

 

 

 

 

 

Concluyo la jornada. Estaba cansada, debido a que la exigencia del día había sido  máxima. Debía soportar, ya que de esto dependía mi futuro. Sentía la soledad en mi vida, a pesar de ser una mujer atractiva. Estaba sometida la mayor parte del tiempo al estudio. Pensaba que algún día esta situación podría cambiar. Poseía una enhiesta figura, castaños cabellos, grises ojos y alba tez, como las transparentes nieves del Nórdico Continente. Donde las personas, que se acercaban veían en mí su ansiada libertad.

 

 

 

 

 

Entrada la tarde me dirigí al internado para prepararme un café. Siguiendo la dieta del día anterior lo acompañé con unas galletitas de chocolate. Recordé a Rilke; busqué ese libro de sonetos. Al instante comencé a escuchar la melódica voz de Rhino. Me confundí sintiendo algo extraño al oír su voz. Ahora ya lo conocía, me parecía un joven atractivo físicamente, había algo más en él que quería descubrir. Busqué en un libro de ciencias, para ver si encontraba algo, parecido al caso en cuestión. No encontrando nada parecido…

 

 

 

 

 

Mi interés era mayor, quería descifrar este complejo laberinto que me imponía el joven de la armoniosa voz. Rebusqué toda la noche entre libros y libros, siendo en vano, no pude encontrar nada similar. Finalmente me dormí, pensando que mañana vería nuevamente al joven Rhino…

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus V.

 

 

 

 

 

-Camino al verso…

 

 

 

 

 

 

 

 

Me dirigí a la entrevista con Rhino. Él ya se encontraba fuera del aislado. Sin contención y con medicación por vía oral. Me esperaba en la sala frente al box N°5. Como si supiese, que allí lo vería. Fui a recepción donde se me entregaron las llaves. Quedé asombrada, más bien, pensativa, dudosa, de cómo él sabía que ese sería el lugar de la entrevista. Tal vez era coincidencia. Yo me sorprendí. Él ya estaba más estable. Lucia calmo y radiante. Estando lista pronuncié su nombre:

 

 

 

 

 

-Rhino Ivic Linov.-

 

 

Lo invité a ingresar. Traía en su mano un papel plisado. Caí en curiosidad por saber, que portaba. Lo saludé, él respondió de forma correcta y respetuosa. Diciendome:

 

 

 

 

 

-Es para Ud.-

 

 

 

 

 

Yo intrigada por saber de que se trataba deje mi lápiz y unos papeles que estaba por revisar.

 

 

 

 

 

 

 

 

Taud, lied und

 

 

 

 

 

 

 

 

Álgido Septentrión

 

 

Imperturbable como la gris soledad

 

 

De una mirada que no quiere

 

 

Involucrar cielo y mar

 

 

Por temor a descompensar

 

 

Los angelicales sentidos

 

 

Encaprichados por Apolo

 

 

Con la cicuta de la esquiva eternidad

 

 

Que Eros otorgó a las bañadas rosas

 

 

 

 

 

Junto al febril rocío transformados por Eolo

 

 

En llamas de lírico amor

 

 

Que Cupido ofrendo a Psique

 

 

En su única canción

 

 

 

 

 

Donde la vehemente supresión

 

 

Violentó contra el paradisíaco infierno

 

 

En una noche de lluvia

 

 

Haciendo estallar en Kaos

 

 

Su gramatical voz…

 

 

El poema estaba firmado por Emil Schumm. Dude ante el origen de ese nombre, ante lo cual, guardé silencio. No hice pregunta alguna sobre quien era…, dedicándome sólo a leer, cayendo en espontáneas demostraciones de sensualidad, mientras leía el texto. No pudiendo contener la coquetería y feminidad que irradiaban mis ojos. Era una extraña influencia, en mi ánimo la que estaba causando Schumm. Rhino se hallaba serio y en silencio, no haciendo ningún tipo de demostración o ademán. Como si tuviese una hermética protección, inviolable e impenetrable, que mayormente me confundía. En cambio yo ya había transgredido el más fundamental de los cánones, que ante las ciencias había jurado cumplir y respetar. No me pude contener. Algo extraño invadía mi vulnerada intimidad. Mi ego como mujer seguía incrementando este estado de volátil vanidosa pretensión. Ante lo cual reaccioné adoptando una estricta posición.

 

 

 

 

 

Lapsus VI.

 

 

 

 

 

-Tanzabend…

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy es el aniversario del Hospital. Tradicionalmente se realiza una velada para pacientes, funcionarios y damas de Tau, benefactoras de la entidad. Llegué algo atrasada, ya que debí recibir un ingreso de urgencia. Un hombre de 30 años, llamado Diel Kun Schuntz se mostraba descompensado. Con reacciones rápidas y desmesuradas. Presentaba un estado berborreico. Producto de la crisis  en que se hallaba. Su historial evidenciaba el constante abuso de alcohol y drogas. Llegué tarde a la velada siendo afectuosamente recibida por Krana. No vi a Rhino por ninguna parte, hasta que lo reconocí. Estaba junto a unos enfermeros, me parecía algo diferente, se había cortado el cabello. Pero seguía siendo atractivo, yo debía tener cuidado y mantenerme al margen. En ese instante me miró, y se acercó para saludarme. Me sentí algo incomoda al estar a su lado sintiendo ruborizar mis pómulos. Traté de disimular hasta que terminó el evento, en cambio Krana de manera cómplice reía. Ella era una chica crónica. Permanecería para siempre en el hospital, salvo que algún familiar se hiciera cargo. Cosa difícil, ya que había sido abandonada. Estando internada desde los 15 años. Sus padres prósperos comerciantes murieron trágicamente en la década del 40. Producto de un accidente naval, y desde entonces este a sido su hogar no conociendo el mundo exterior.

 

 

 

 

 

Clínicamente su problema se podría clasificar como una deficiencia en la asociación de ideas, declarado en la pubertad por este traumático hecho.    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus VII.

 

 

 

 

 

-La noche y el día…

 

 

 

 

 

 

 

 

Kun, tuvo que ser contenido y aislado. Debido a que empeoró su estado, volviendo a entrar en crisis. Diel no era una mala persona y su estado de descompensación lo traicionaba. Terminé la ronda nocturna después de ordenar medicación para Kun, con altas dosis de tranquilizantes. Pudiendo por fin ir a descansar. Esa fue una rara noche vi a Rhino escapando de la UCE, con rumbo al internado. Sentí como merodeaba en el jardín donde estaba la capilla. Intrigada salí de mi habitación, no lo vi por ninguna parte. La intempesta era húmeda, y llena la luna. Me acerque al jardín sigilosamente, de pronto el rocío me envolvió. Deshojando mis vestiduras. Como si fuesen pétalos, sintiendo mi fría piel la envolvente acariciante humedad. Encegueciendo a la rosa, que se entrega por completo, hasta salir el sol. Con el único deseo de volver a sentir la fragua, que sintió su melódico cuerpo al enfrentar el filo de sus labios contra el ansioso viento, que acarició la lluvia con su amor…

 

 

 

 

 

Las dianas hicieron su anuncio. Como cada mañana debía entrevistarme con Rhino. Se acercaba la hora. Yo estaba atrasada debido a que  la noche fue muy agitada. Rhino me esperaba en el box N°2, pensé que ese debía ser el lugar de atención. Y como siempre así fue. Lo hice ingresar, le ofrecí que tomase asiento diciendo:

 

 

 

 

 

-Rhino; Te voy a revisar

 

 

 

 

 

-Rhino, miró hacia la ventana

 

 

 

 

 

Le dije:

 

 

 

 

 

-No temas, quédate ahí

 

 

 

 

 

 

 

 

El motivo de la revisión, era ver sus reflejos. Con mis dedos toque suavemente su frente, la punta de sus manos, sus rodillas. Sus zapatos estaban con barro y su mano izquierda tenía un rasguño, que argumentó ser producto de una espina mientras trabajaba. Al estar cerca de el sentí una extraña sensación; flaqueé… Como la noche anterior al sentir la humedad, que me parecía aun más sensual, y atractiva. Desorienté mis límites para dejarme llevar en un peligroso juego. No me importaba perder ese juego extremo…que comenzó dominando mis delicadas suaves manos, era peligroso y eso me gustaba…volví a desnudar mi cuerpo para acariciar aquel mágico instante, que fue interrumpido por el golpeteo de la puerta que me recordó la reunión mensual de nuevas alternativas farmacológicas…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus VIII.

 

 

 

 

 

-La Rosa…

 

 

 

 

 

 

 

 

Quise volver a sentir esa mágica sensación. El universo se mostraba cálido. Danzaba ante la lluvia, que lo cubría. No lo podía observar. Mas sólo lo percibía. La intensidad de la noche me sedujo. El rosal que Rhino cultivó se veía precioso. Albo empapado en vida. El agua corría por sus pétalos. Miraba por la ventana y pensaba, recordando a quien estuvo aquí hace algunos años. El tiempo ha pasado. Aun corro entre turno y turno. Esperando en cada amanecer, volver a ver esos fatuos botones como brotan del rosal. Me sentí atraída por la lluvia, que rompió todos mis esquemas. Llevándome al jardín, no sabiendo con certeza, que buscaba. Siendo mis impenetrables ropas sometidas, ante la húmeda sensación de la empapadora oscuridad. Comencé un cómplice juego entre la lluvia y el deseo…que me hizo sentir las delicadas manos que alguna vez acaricié. No pensé en nada mi cuerpo se dejo llevar en un vuelo regreso. Donde las palabras, no se comprometían y el silencio se hacia dueño de un belicoso siniestro, de acerado deseo…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus IX.

 

 

 

 

 

 

 

 

-Transferencia…

 

 

 

 

 

 

 

 

Aun recuerdo aquella noche. Cuando estuve en el jardín. He pensado que son entelequias omitidas por la ciencia, pero que algo en ello puede haber. Recuerdo que Rhino siempre me esperaba en el lugar preciso, donde yo debía atenderlo. La ciencia diría que es producto de un albur o simplemente el azar. A mi eso no me confunde, pero me hace pensar que puede haber algo más -¿Podría haber alguna especie de conexión, que me mantiene ligada a él…Algunas veces me parece sentirlo físicamente y psíquicamente. Los sentimientos son entes, que no deben dominar a una especialista como yo, pero hacen presa de  mí. Los domino con cierta facilidad. Ya que sólo me afectan en instantes de soledad. Cuando salgo del hospital. Tomo el auto y me dirijo a mi hogar. Por la carretera enciendo la radio, escucho la Marcha de Tannhauser, que me evoca a Rhino. Cuando contemplaba el ocaso, desde la terraza de la sala de recuperación. Donde el gran Wagner, sometía sus frágiles oídos. Antes de ser dado de alta. Pienso en él, de manera especial. Debo confesarlo, me interesa experimentar esa sensación, que se apodera de mí. En ciertos instantes de mi vida. Desbordando mis límites, en aquellos lapsus, donde la susceptibilidad, merodea mi cuerpo. Haciéndolo presa de una inevitable percepción…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus X.

 

 

 

 

 

-Noche de Invierno…

 

 

 

 

 

Ha comenzado a precipitar. Con ello empiezo a sentir cálidas percepciones. Sé de donde han de provenir. Bebo algo de café y lo acompaño con unas galletitas de chocolate. Leo a Rilke, sintiendo en cada verso a Rhino. Dejándome seducir por un extraño  abrasador fuego, conducido por la pretenciosa lluvia, que tiene el aroma de sus cabellos y la fragua de sus ojos. El cielo me insita a iniciar el recorrido; es gris, precioso, frío, seductor y no para de llover. Siento al joven Rhino. Me pregunto que será de él. Mientras, esta misma noche se me avisa que hay un nuevo ingreso. Se trata de un joven de armoniosa voz…

 

 

 

 

 

 

 

 

Principal elemento

 

 

Que fusionó al espíritu

 

 

En un solo ser

 

 

 

 

 

Celando la capacidad

 

 

Intelectual que osó

 

 

Abandonar el periplo

 

 

 

 

 

Irradiado por la indiferencia

 

 

 

 

 

De aguas marinas

 

 

Que sintieron el misterioso

 

 

Frío saber…

 

 

 

 

 

Dedicado a Psique…

 

 

Paul Ritz Danckovic.- Contempló, solo más

 

 

De mil veces el ocaso. Viajando por un

 

 

Mundo que no parece tener final. Mas

 

 

Cuando llegue ese instante, sabrá como

 

 

Escapar. Esfumándose, sin dejar rastro,

 

 

Hacia la eternidad…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Published on e-Stories.org on 11.07.2006.

 
 

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