Emilio Puente Segura

LOS JUGUETES ROTOS ACABAN SIEMPRE EN UNA BOLSA DE BASURA. 1

 

                                            

                                                                              Capítulo 1
           

Diciembre, jueves 24

03. 35 a.m.


Las alcantarillas exhalaban un vaho constante, desde sus laberínticas galerías, hacia la fría madrugada. 

En las calles desiertas, eran lo único que parecía tener vida.

Sólo ellas, y la silueta de un tipo alto y corpulento que atravesaba corriendo la densa oscuridad de la noche, se atrevían a desafiar al viento polar que soplaba entre los pasillos edificados de la ciudad.

Sus pisadas rompían el silencio nocturno al impactar contra el suelo humedecido por el relente. Su respiración rítmica, imitaba al humo de un cigarrillo cuando traspasaba el pasamontañas que cubría su rostro, y que sólo dejaba ver una mirada impasible en color azul grisáceo. Una mirada, que si en alguna ocasión se cruzase con la tuya, creerías que te estaba mirando un iceberg.

¡..ff... ff..!

¡..ff... ff..!

¡Joder..! Ocho grados bajo cero.

¡..ff... ff..!

Si ese termómetro sigue funcionando y no ha sufrido un shock por congelación…, está siendo una noche de perros. Una jodida noche negra y gélida. Incluso apostaría lo que tengo en mi cartera vacía, a que ni siquiera los perros más atrevidos tendrán los cojones suficientes como para dejarse ver por la calle.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Este maldito pasamontañas… Parece incapaz de contener tanto frío.

Podría masticar mi propio aliento y escupirlo en forma de cubitos de hielo.

¡..ff… ff..!

Y la nariz... ¿Seguirá formando parte de mi cara? No la siento...

¡..ff… ff..!

Pero el frío intenso nunca ha impedido que saliera a correr, ni tampoco el calor sofocante. Me ponen las situaciones extremas… Estoy preparado para sobrevivir en el infierno.

Correr apacigua mi desasosiego y mi ansiedad crónica.

Acompañado sólo por mis pensamientos…

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Mi mejor compañía…

Mi yo interior…

Mi otro yo.

¡..ff… ff..!

O sea... Yo mismo.

Nunca he necesitado a nadie más.

Como un lobo sin manada... Solitario. Libre.


¡..ff… ff..!

Sí…

 

--Esto de correr viene de lejos Vuk. --escuchó decir a su madre.

--Pasaste la puta niñez corriendo como una niña asustada. --dijo su abuelo a continuación.

Huía del acoso diario de los niñatos de la escuela. Esos pequeños psicópatas en fase de formación.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Si existe la buena o la mala suerte, tuvo que ser la mala la que condujo a esos idiotas hasta mí cuando podrían haber elegido entre otros doscientos alumnos de la escuela. Me tocó ser el centro de sus burlas y humillaciones, el blanco perfecto contra el que dirigir su cobarde valentía, sus propios complejos e inseguridades. Fui el contenedor donde vertían sus residuos tóxicos. ¿El motivo? Consideraron que tenía un carácter solitario y esquivo; y mi aspecto físico era tan desagradable, que incluso yo debería sentirme avergonzado. Franjo era el líder, el macho dominante que conducía la manada. “Tendríamos que hacer un gran favor al mundo encerrándote en el sótano de tu casa y enterrando la llave en un profundo agujero en medio del bosque, o mejor aún monstruito, enterrarte a ti en el agujero”. A continuación, las risas. Las risitas sumisas de sus perros adiestrados. Dos eternos cursos sometido a su incansable acoso y a sus continuas palizas. Fue mala suerte haber sido yo el elegido... 

Mala suerte para ellos… por supuesto...

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Ni se podían imaginar que el feo, el que temblaba acobardado ante su sola presencia, al final pondría a cada uno en su sitio.

Siempre llega el satisfactorio momento de saborear el dulce almíbar de la venganza.

¡..ff… ff..!

Siempre llega ese ansiado momento. Tarde o temprano.

¡..ff… ff..!

Y por otro lado, el verdadero, el auténtico infierno. El vomitivo asunto del “Innombrable”, así era como te llamábamos mamá y yo, viejo. Alcohólico. Maltratador. Violador. Cruel.  Sádico. Un psicópata sin ningún tipo de escrúpulos. ¿Qué más...? Todas estas maravillosas facetas de tu trastornada personalidad activadas al mismo tiempo, te convertían en un destructivo cóctel molotov.

Nunca evité que te pegara y abusara de ti mamá, es cierto, y sabes que sigo lamentando no haber hecho mucho antes lo que hice. Me avergüenza... Me hierve la sangre cuando lo pienso... 

Pero el miedo…


…No podía reaccionar, me quedaba como paralizado cada vez que era testigo involuntario de las abominables salvajadas que cometió contigo sistemáticamente. Sentí el calor y el escozor del orín descendiendo por mis piernas en muchas ocasiones. En demasiadas ocasiones.

¡... ff… ff..!

¡... ff… ff..!

--¡Me quedaba paralizado… Me quedaba paralizado..! --repitió la voz rota del abuelo burlándose--. Te meabas en los pantalones porque siempre has sido un cobarde llorica.

--No me hables viejo. No quiero oír nunca más tu puta voz, ¿entiendes? ¡Cierra la puta boca!

Unas veces, porque habías bebido demasiado, otras, porque ya no te quedaba alcohol y los demonios delirantes de la abstinencia se apoderaban de tu voluntad. Esas eran tus podridas y absurdas excusas para sobrepasar todos los límites racionales.

Escuchó al abuelo reírse.

Maldito cabrón… 

Era tu hija…

… La que suplicaba de forma angustiosa a su Dios para que esa noche fuera la noche definitiva, la noche en la que no volvieses a entrar por la puerta de casa. Al menos vivo hijo del mismísimo diablo. Quizás, en una de tus innumerables peleas alguien de peor calaña que tú, acabaría contigo a patadas; o quizás, por un cúmulo de benditas casualidades, podrías perder el conocimiento en una calle oscura y solitaria y ahogarte con tu propio vómito. Mamá se habría conformado con cualquier opción. El cómo, para ella hubiese sido indiferente, sólo importaba el resultado final… Que desaparecieras de nuestras vidas para siempre.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Un deseo, que mamá nunca llegó a ver cumplido. 

Lástima. 

¿Sabes lo inmensamente feliz que hubiera sido? Al menos durante unos pocos segundos en su vida, una vida marcada por el sufrimiento, el maltrato y las vejaciones sistemáticas de su propio padre.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

¡Déjala por favor..! ¡Para... Para ya. Deja en paz a mi madre. Para..! 

Le gritaba, pero ni siquiera me oía mamá. ¡Qué podía hacer un niño asustado contra una bestia descontrolada!

Era fuerte. Y a pesar de ir tan borracho que a duras penas te mantenías en pie, la golpeabas hasta acabar con su resistencia, hasta que no podía defenderse más y entonces la violabas. A veces lo hacías incluso cuando había perdido el conocimiento a causa de un par de certeros puñetazos. Estoy seguro querida madre, que esa circunstancia, la de abusar de ti estando inconsciente, alimentaba aún más su morbo. Y también crecía su lujuria al sentirse observado. Me mirabas…, sonreías..., con esa sonrisa que sólo tienen las hienas hambrientas mientras merodean alrededor de su próxima víctima. “Aprende pequeño cabezón. Así se gana el respeto de una hembra.” Me decías con la voz entrecortada por la fatiga. “Si comentas algo de esto con alguien, te corto el cuello…. Y a ella también. Sabes que lo haría... No lo olvides.”

Yo salía corriendo de casa sin rumbo. Con la vista nublada por el llanto y por esa especie de velo vaporoso de color rojo que cubría mis ojos cuando el odio, la impotencia y la sed de venganza se mezclaban en mi interior. Sólo quería que todo lo que me dañaba quedase muy atrás. Lejos... Infinitamente lejos. En el olvido.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Al menos, sentir el aire en la cara era como una caricia, un bálsamo milagroso capaz de hacer desaparecer el velo rojizo y aliviar, en cierta medida, las náuseas y el doloroso e intenso latido alojado en mis sienes. Ese dolor que no me dejaba pensar con claridad.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!

Corría hasta caer al suelo exhausto, sin aliento, con las manos doloridas de cerrarlas con tanta fuerza como podía para contener la rabia. Tus gritos mamá, perforaban mis oídos, y la repugnante imagen del innombrable moviéndose obscenamente encima de su propia hija había quedado grabada en mi retina.  Pasaba lo que a mí me parecían horas, con la mejilla pegada a la tierra derramando lágrimas de impotencia que poco a poco, y con el paso del tiempo, harían germinar la flor de la venganza dentro de mí.

¡..ff… ff..!

Sí… 

¡Cómo hubiera disfrutado apretando la garganta del viejo con todas mis fuerzas hasta estar completamente seguro de que jamás volvería a respirar!


Sabía que llevar a cabo mis deseos homicidas era prácticamente imposible por la evidente diferencia de fuerzas entre él y yo, pero existían al menos otras novecientas noventa y nueve maneras diferentes de acabar con la vida de un cabronazo como él.

¡..ff… ff!

¡..ff… ff!

El amargo y doloroso regusto de aquellos años se sigue repitiendo en mi estómago como una mala digestión. ¿Fui un cobarde? ¿Un niño en esas circunstancias puede ser tachado de cobarde?

Y lo que es peor abuelo, en algún sombrío rincón de mi interior has dejado tu legado. Una pestilente y profunda ciénaga de odio y violencia. Por mucho que me pese, y como si fuera una maldición, ahora soy tan parecido a ti que procuro evitar mirarme en los espejos. Sigues estando ahí joder…, detrás de mi mirada. Soy una versión tuya actualizada, con leves mejoras. Sin adicciones que puedan enturbiar mi mente. Con el control total de mis instintos y mis actos.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..! 

¡Maldito viejo… Maldito… Maldito seas un millón de veces y tu carne continúe ardiendo en el infierno eternamente! El mismo millón de veces que tuve que escuchar esos rumores… Lo que siempre estaba en boca de todos. Lo que fue cruelmente utilizado día tras día por la gente del pueblo para insultarme y humillarme. Entonces creí que lo decían únicamente para hacerme daño, pero ahora, estoy convencido de que todo lo que se rumoreaba a gritos era cierto, aunque me cueste asimilarlo, y a pesar de que la rabia corroa mis entrañas como si fuese ácido.

Todo el pueblo comentaba que mi padre había desaparecido misteriosamente un año antes de nacer yo. La gente echaba cuentas, unas cuentas que  nunca cuadraban..., miento, sí que cuadraban y el resultado siempre era el mismo. Estaban convencidos de que mi padre biológico eras tú, y además sospechaban que habías tenido algo que ver con su súbita y extraña  desaparición.

¡..ff… ff..!

¡..ff… ff..!   

Un kilómetro más y llegaremos a nuestro destino.

Desde aquí, haremos el resto del camino andando, pero hay que procurar pasar totalmente desapercibidos. Ser invisibles.

Éste es su portal.

Veamos si las copias de las llaves funcionan…

Si él supiera…

Su inocencia me enternecería si aún quedase algún resto de ternura en mí. Es jóven y confía demasiado en la bondad del ser humano. Demasiado.

El mal que anida en el alma de muchas personas, más de las que podría imaginarse, todavía no le ha mirado a los ojos.

¿Y si una de esas malvadas personas estuviera a su lado? O peor aún, y sería ligeramente más inquietante, ¿si estuviera detrás de él, a su espalda? Seguramente, jamás se daría cuenta ni llegaría a sospechar.

Yo... Por ejemplo. Un tipo que sabe mostrarse amable, simpático y servicial a ojos de los demás. Nunca se le habrían pasado por la cabeza mis intenciones. No tolero la traición a la confianza que deposito en alguien que he tratado como si fuera un amigo. No aguanto la deslealtad. 

Aunque... sí, de acuerdo, lo reconozco. Lo de no tolerar la deslealtad, lo de traicionar la confianza de un amigo y esas gilipolleces, son excusas. Para mí, “amistad” es sólo una palabra. Nunca he tenido amigos. Ni siquiera amigo.

Ok... El portal se abre sin problemas con el duplicado de la llave.

La llave también entra perfectamente en la cerradura de la puerta del apartamento.

Contén la respiración unos segundos…

Hay que girarla… sin hacer un solo ruido…

Concentración…

Bien… 

Bien... 

Ok.

Abrimos…

Despacio…

Sin ninguna prisa.

Nos aseguramos de que en el interior de la casa no hay movimiento…

A estas horas es difícil que siga despierto si tiene que madrugar. Pero no me fío. La línea que separa el éxito del fracaso es extremadamente fina, como la que separa al amor del odio, o la vida de la muerte. Un simple parpadeo.

Sólo se escucha el silencio... ¿Lo oyes mamá? ¡Qué maravillosa y relajante melodía!

Prohibido romper la quietud de la noche y anular la ventajosa situación que nos otorga el factor sorpresa.

Umm…¡Vaya! ¿Esto es de mi cosecha, o lo he leído en algún libro?

No sé…

Pero la frase perfectamente podría formar parte de algún tratado sobre estrategia militar. Y si aún no está incluida en ninguno, debería estarlo. ¿No estás de acuerdo?

Bien... Todo va como esperaba.

Cierra la puerta con mucho tiento…

Sin ruido…

Procura no hacer ruido…

¡Perfecto! Buen chico…

La oscuridad es total.

Mi fiel y mágica aliada.

Abrázame …

Envuélveme con tu velo negro. Deja que forme parte de tí.
Siempre juntos…

La asociación perfecta para poder ver sin ser visto. Para acercarme a escasos metros de cualquier objetivo sin ser detectado.

Sería una imprudencia grave no tener todo controlado. El riesgo de que la cosa se vaya al traste por dejar algo en manos de la improvisación es muy alto, y el precio que tendríamos que pagar por un error, excesivamente elevado.

Pero eso madre… Mejor ni pensarlo, no entra en nuestros planes.

Veremos si no me han fallado los cálculos que hice desde la calle y acierto con su dormitorio. Lo único que conozco de su casa es lo poco que pude ver detrás de él a través del objetivo de la cámara web de su portátil. Hemos jugado un par de partidas de ajedrez on line.

Es curioso lo sencillo que resulta ganarse la confianza de la gente. Te revelan el número secreto de su cuenta corriente si sabes tocar los botones adecuados. Sólo es cuestión de regalar sus oídos con lo que quieren o lo que les gustaría oír sobre sí mismos. Al ser humano, entre otras muchas cosas le pierde la vanidad. Mientras anestesias su ego con halagos, alabanzas y críticas favorables hacia su persona, puedes cortarle un dedo de la mano sin que cambie su semblante. Sin dejar de exhibir una complaciente y bobalicona sonrisa.         

La linterna…

Sí...  Estaba por aquí…

En el bolsillo lateral del pantalón.

Linterna entre los dientes…  Mochila al suelo.

Un pañuelo por aquí... El pulverizador con cloroformo por este otro lado.

¡Ta-ta-chin..! Como diría un mago.

Empapo el pañuelo de cloroformo y... Ahora espero haber acertado con su dormitorio.

Adelante… Con mucho sigilo.

Me comentó que tomaba somníferos para dormir. Esa información me da tranquilidad porque significa que ahora estará más relajado que un muerto... ¡Ja..! Más relajado que un muerto. Me encanta.

Éste, según mis cálculos, debería ser su dormitorio…

Una ráfaga rápida de la luz de la linterna para asegurarme y determinar su posición…

Uno..., dos... ¡Va..!

Bien, bien…

Objetivo localizado…

En la cama, boca arriba y tapado con el edredón hasta la barbilla.

Ok. Empieza el juego y una de las partes más delicadas. El uso de la fuerza. Una lucha cuerpo a cuerpo, desigual, sí, lo sé, soy consciente de ello. En principio cuento con la ventaja de la sorpresa y soy más fuerte. Él, como es lógico, intentará defenderse… Eso, si logra darse cuenta de que lo que le está sucediendo no es una pesadilla. Y cuando alcance a discernir su verdadera situación, el cloroformo tardará sólo segundos en volver a  sueño.

La piel se endurece... La sangre acelera su curso por las venas y los latidos del corazón se concentran en mis sienes hasta convertirse en un dolor que irá en progresivo aumento… La gasa roja comienza a cubrir mi campo de visión. Pronto veré todo como si fuera un negativo en rojo y negro, como a través de una sutil cascada de sangre. Los músculos se tensan…

Son siempre las mismas sensaciones cuando se acerca el momento.

La linterna de nuevo entre los dientes. Quiero ver su mirada cuando caiga de repente a horcajadas sobre su pecho y abra los ojos desconcertado.

 
¡...Arriba!

Presiono el pañuelo… con fuerza…

--¡Hey chico..!  Tranquilo…

--¡Qué mal despertar tienes querido amigo Sergio!

 

--Conmigo encima  es imposible que puedas moverte.

--¡Pero lucha..! No esperaba menos.

--Con lo fácil que hubiera sido haberte dedicado sólo a  escribir esa maldita novela. Pero no. Tu honrada conciencia tomó la jodida determinación de traicionar la confianza que puse en ti. Estabas dispuesto y a un paso de denunciarme. 

--Deberías estar agradecido por lo que voy a hacer por tí. Lo habrías hecho tú mismo hace mucho tiempo, después del accidente, de haber tenido el valor suficiente. ¿Recuerdas que me lo comentaste? Voy a liberar tu espíritu de las cadenas que le mantienen atrapado en un cuerpo enfermo al que odias, un cuerpo que no depende de tí. Mamá me lo pedía con la mirada cuando dejó de hablar y se convirtió en un vegetal a causa de los golpes que le propinó aquella maldita noche el Innombrable. De lo cual se aprovechaba para sodomizarla cuando le daba la gana. Una mirada angustiosa que me gritaba: “¡Hijo… Hazlo… Sé valiente… Sácame de aquí..! ¡Sácame de aquí..!

Ahora es sólo un juguete roto… Un juguete roto… Ya no es tu madre... Te ha abandonado cabezón… Ni siquiera ella te quiere, me repetías  a todas horas viejo cabrón.

Tú también lo eres amigo Sergio. Eres un juguete roto.

--¡Oh..! ¿Ese soy yo?

--Si. Parece mi cara.

--Tus pupilas iluminadas por la linterna son como un espejo.

--Hasta parece que estoy sonriendo.

--También veo terror en ellas.

Ya se atenúan sus gemidos.

--Respira…

--Vamos…

--Respira hondo…

--Cuanto antes te duermas antes dejarás de sentir pánico…

Lo dejarás de sentir por poco tiempo…

Sólo…, hasta que te despiertes de nuevo…

Los latidos son más intensos. Más dolorosos. La oscuridad y todo lo que ilumina la linterna se va tornando rojizo. 

Rojo venganza.

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Published on e-Stories.org on 21.01.2016.

 
 

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